El otro día un amigo, Ze Everaldo Vicentello, lanzó en su facebook una pregunta que decía exactamente así ¿Alguien sabe de los pros y los contras educativos de Call of Duty?.
Me pareció muy interesante la pregunta porque he escuchado de forma repetida a adultos quejarse de este juego, de lo violento que es o de cómo se enganchan los niños y adolescentes, y que les parece más que estén expuestos a tanta violencia en un juego.
Yo no tenía una opinión personal sobre el juego porque no he jugado a él pero me siento inclinada a valorar positivamente los videojuegos, y en las indagaciones que he hecho sobre los videojuegos en los que se “enganchan” los niños/adolescentes con los que trabajo siempre he encontrado aspectos muy positivos. Mi última lectura variada fue sobre el DOTA, y hablaremos de él en otro post, sobre el que encontré que tenía infinidad de cualidades.
En todo caso centrándome de nuevo en la pregunta del face, comencé a leer de forma atenta los comentarios que la gente iba haciendo, muchos muy interesantes pero breves y otros no tan interesantes por estar basados en opiniones o interpretaciones personales, poco informativas. Hasta que encontré el de Eudes Axel Myuñoz Delmas, que me pareció absolutamente explicativo y, sobretodo, basado en la investigación. El comentario decía así:
“Todo juego enseña y enseña por un ejercicio de repetición, así como de disposición autónoma del niño, adolescente o adulto […].
Tengo unos años trabajando en un grupo de investigación en la Pontificia Universidad Católica del Perù y una de las ramas que investigamos es educación con tecnologías, dentro de esas tecnologías obviamente están los videojuegos.
Desde mi experiencia como diseñador de juegos educativos y como jugador te puedo decir que los juegos no generan un aprendizaje de contenido de manera directa. Necesita de un acompañamiento en el que puede participar el padre o un profesor. Definitivamente es mucho más enriquecedor si el acompañante es un experto o conocedor del tema.
Los juegos motivan en los niños, adolescentes e incluso adultos la curiosidad y necesidad de saber. Por poner un caso: debo moverme en un edificio en el que hay enemigos que me están buscando y lograr salir sin que me descubran rescatando a unos rehenes. Primero todo será un prueba y error. Intentará moverse, cometerá errores, pensara en ellos como problemas y buscará soluciones. Si no las encuentra pedirá ayuda a sus pares o a quien considere que pueda tener el conocimiento. Si físicamente no consigue tener quien lo ayude entonces buscará otras opciones, internet, youtube, páginas especializadas. Al final encontrará la solución a su problema y la ejecutará. A partir de ese momento cada vez que se encuentre con un problema que no pueda solucionar utilizará el mismo ciclo para solucionarlo.
Todo eso de una manera autónoma. Peeero, ¿habrá encontrado la mejor solución? quizá investigó bien y su fuente le dio la información necesaria, quizá encontró un «cheat code» e hizo trampa para solucionar su problema, quizá hizo que su amigo le pasara el nivel, etc. Se puede sacar mucho provecho de ese ciclo de comportamiento si se le acompaña. Por otro lado sobre el contenido ocurre algo parecido. Aún cuando el juego sea de la 2da guerra mundial. A veces los juegos, para un niño, son más divertidos por el nivel de interacción y de habilidad que ellos reconozcan en sí mismos. En ese sentido, si la narrativa no se integra bien con las mecánicas del juego puede pasar totalmente desapercibida a menos que «el acompañante» motive al niño a curiosear sobre la narrativa del juego con preguntas como ¿Quién eres en el juego? ¿Qué haces en el juego? ¿Cuáles son tus motivaciones para hacerlo?¿Por qué los malos, son malos? etc.
Mi conclusión es que un juego despierta actitudes que llevan a procesos de aprendizaje y que es importante que exista un acompañamiento que asegure que el aprendizaje que el niño alcance sea el adecuado. Como adultos estamos interesados en que el niño aprenda sobre cultura, historia y diversos temas. También es importante empatizar con los intereses del niño, pues para él quizá sea importante ser bueno en el juego porque lo hace sentirse valioso y reconocido por sus pares. Donde ser bueno es quizá «saber como pasar el nivel» y no necesariamente saber porque tuvo que matar a X personas en el escenario histórico que el juego le presentaba”.
Lo que me quedó muy claro después de leer el comentario de Eudes es que la clave para el aprendizaje educativo está en el acompañamiento que los adultos de referencia hagamos de estas instancias de juego, de que cómo se desempeña el niño/a, adolescente en el mismo, de lo que le interesa y le gusta del juego, de lo que experimenta y valora, de lo que va aprendiendo…en una palabra que nos interesamos, no para criticar y rechazar con un comentario fácil, sino para acompañar, reflexionar y encontrar los aspectos positivos y educativos que tengan y sacarles partido.
Por último, ¿puede un juego con escenas violentas y opciones para ejercerla generar aprendizajes valiosos e interesantes?. Para reflexionar sobre ello te recomiendo leer este artículo sobre la violencia en los videojuegos.
Loreto Santé Abal.
Psicóloga. Analista de Conducta