Este modelo es una propuesta sencilla para resumir en 4 pasos fundamentales la forma de trabajar los límites con niños y niñas que se encuentran en una edad entre los 5 y los 6 años.
Sólo es una propuesta por lo que puede ser modificada y mejorada de acuerdo a sus conocimientos y la experiencia de crianza de sus hijos/as. No duden en hacerlo porque todo es mejorable.
Uno de los aspectos más importantes a la hora de establecer límites es que las personas que intervienen educativamente con la niña o el niño, principalmente los padres, estén de acuerdo en el límite o límites que quieren establecer y en cómo establecerlos. Por eso el primer paso de este modelo es el más largo ya que requiere tomarse un buen tiempo para pensar y acordar bien lo que desean trabajar y cómo lo harán.
Para ello pueden tener en cuenta lo siguiente:
1. Límite o límites a trabajar: comportamiento/s o conducta/s que desean que su hija/o desarrolle. Por ejemplo: recoger los juguetes después de haber jugado y/o irse a la cama cuando llegue a la hora de dormir establecida.
Nota: es importante no trabajar más de uno o dos límites a la vez, cuando todavía no estén establecidos, es decir, no sean todavía un hábito en su hija/o. Pero trabajar límites nuevos no significa que no se puedan mantener los otros que ya estén asumidos, estos deben continuarse como siempre.
2. Establecer la forma en la que vamos a intervenir:
a. Definir cuándo y cómo van a avisar a su hija/o del comportamiento que desean que haga. Ha de ser con tiempo suficiente. La idea es favorecer que su hija/o pueda ir anticipando lo que viene, lo que se espera de ella/él en un futuro inmediato, e ir asumiendo emocionalmente que va a dejar de hacer algo y/o que va a tener que comenzar a hacer algo.
Por ejemplo: “Avisaremos a Lucía 5 minutos antes de que ya va siendo hora de recoger los juguetes de modo que le de tiempo a ir preparándose. Así no la sorprenderemos de golpe y le será más fácil. ¿Te parece que es tiempo suficiente o le deberíamos dar más?’.
b. Acordar cómo le van a solicitar en positivo, con firmeza y con cariño, el comportamiento que quieren que haga, centrándose en especialmente en lo que debe hacer y no en lo que debe dejar de hacer.
Por ejemplo: “Al decirle que ya es la hora de recoger deberíamos centrarnos en la conducta que le pedimos ahora, recoger los juguetes, y no en la que queremos que deje de hacer, que es dejar de jugar. Podríamos decirle algo como “ahora mi amor, es hora de comenzar a recoger los juguetes” en lugar de” tienes que dejar de jugar ya””.
c. Definir y acordar las consecuencias que tendrá si no quiere cumplir con lo que le solicitan.
Por ejemplo: “En caso de que no quiera recoger los juguetes lo que podríamos decidir es que no podrá jugar con esos juguetes al día siguiente ¿te parece esta consecuencia o pensamos en otra más adecuada?”.
d. Acordar cómo lo/la van a felicitar cuando cumpla con lo que le solicitan.
Por ejemplo: “Si lo hace bien no se nos puede pasar felicitarla por su comportamiento y hacerle saber que estamos muy felices porque ya hay espacio para caminar seguros sin que nadie se caiga y sabemos donde encontrar cada juguete”.
Sentarse juntos, papa, mamá e hija/o, para explicarle el nuevo comportamiento que quieren trabajar con ella/él:
- Explicarle por qué les parece importante, y cómo se lo van a solicitar, incluyendo los avisos que le darán para que se pueda ir preparando y las consecuencias que habrá si no lo hace.
- Preguntarle si está de acuerdo o hay algo que quiere hacer diferente. De repente les solicita más tiempo para avisarle o que le ayuden, etc. Tener en cuenta lo que les dice y ver si lo pueden incorporar en la propuesta.
- Finalmente, cuando esté todo acordado, pedirle que les explique lo que ha entendido que les gustaría que hiciera a partir de ahora. Y si ven que no ha entendido, volver a explicarlo hasta que estén seguros de que ha comprendido bien.
Por ejemplo: Hija, papá y mamá hemos pensado que es importante que recojas los juguetes después de jugar. Es importante que la casa esté ordenada porque así siempre podemos saber dónde están las cosas, y además nos ayuda a sentirnos cómodos en casa. Si entramos en tu cuarto y todos los juguetes están por el suelo, nos podemos hacer daño y poco a poco los juguetes se pueden ir perdiendo porque no sabemos donde están. Para eso, es bueno que podamos recogerlos después de jugar, ¿te parece?.
Sabemos que te gusta mucho jugar y que, a veces no quieres dejar de hacerlo, por lo que para que sea más fácil te vamos a avisar cuando vaya llegando la hora de recoger así tú podrás ir sabiendo el tiempo que te queda para jugar , ¿te parece?
Pero si no recoges cuando finalmente llegue la hora, entonces recogeremos nosotros, pero al día siguiente no podrás jugar con esos juguetes. Podrás jugar de nuevo cuando te veamos colaborar para recoger juguetes, ¿estás de acuerdo?.
Entonces hija, ayúdanos a saber si lo hemos explicado bien ¿cómo vamos a hacer para recoger los juguetes a partir de ahora?”
Muy bien entonces lo haremos así a partir de mañana. Estamos muy contentos de que podamos aprender a recoger los juguetes y de que tu cuarto pueda estar más ordenado y no se pierda ningún juguete”.
A partir del día establecido y acordado, comenzar a ponerlo en marcha.
a. Avisar a su hija/o ese mismo día de que hoy comenzarán a trabajar sobre el comportamiento.
Por ejemplo: “hija, acuérdate que hoy después de jugar ya vamos a comenzar a recoger los juguetes, ¿te acuerdas de lo que acordamos?. A ver cuéntame”.
Si no lo recuerda, se lo volvemos a contar, con las consecuencias incluidas.
b. Desarrollar el modo de intervención tal y como lo han acordado y compartido en los pasos anteriores.
“Lucía te quedan cinco minutos más de juego, luego habrá que comenzar a recoger”… [pasan los 5 minutos]… “ahora mi amor es hora de comenzar a recoger los juguetes”.
Es importante recordar que si alguien más interviene en la situación, tiene que ser actuando en la misma dirección y no abriendo otras posibilidades.
Por ejemplo: Está el papá interviniendo pero como la niña se resiste, aparece la mamá y le dice “déjale jugar 5 minutos más y luego ya va a recoger”.
Si no están de acuerdo con la forma en que el otro/a aborda la situación, ya a solas, conversen si pueden hacerlo de otra forma al día siguiente, pero nunca hacer esto delante de su hija.
Por otro lado, es posible que, especialmente al comienzo de trabajar una nueva conducta, ofrecer ayuda si ven que le cuesta iniciar la conducta.
Por ejemplo: “¿Quieres que te ayude a recoger?”
¡Pero ojo! Ayudar nunca significa hacerlo por ella sino que ella deberá ser siempre la principal ejecutora de la conducta y ustedes solo sus ayudantes.
c. Recordar las consecuencias y aplicar en caso de necesidad: si su hija no quiere recoger, entonces es importante recordarle las consecuencias y cumplirlas si continúa sin realizar la conducta.
Por ejemplo: “Recuerda lo que hablamos, si no recoges tú los juguetes, lo haré yo, pero entonces mañana ya no podrás jugar con estos juguetes”.
d. Felicitar por la conducta realizada: si su hija realiza lo que le piden, y termina recogiendo los juguetes, no se olvide de felicitar.
Por ejemplo: “Muy bien Lucía, qué bien que has recogido todo; me siento muy feliz porque ahora hay espacio para caminar seguros y sabemos donde está cada juguete”
Puede ser que al comienzo sea complicado, y que genere protestas o berrinches, no pasa nada, es la forma que tienen los niños/as de mostrar su desacuerdo en el momento y también de saber si lo que han dicho sucederá tal y como se lo han dicho o pueden convencerles de desistir. Es muy importante aquí actuar exactamente como dijeron que lo harían. Si son firmes, cariñosos y actúan siempre de forma consistente y con coherencia entre ambos en pocos días su hija comprenderá lo que se espera de ella y progresivamente lo irá asumiendo.
Los expertos dicen que un hábito puede tardar entre 15 y 21 días en establecerse, tengan paciencia, sean consistentes y coherentes con sus propuestas.
Al cabo de una semana, que es un tiempo prudencial, pueden sentarse de nuevo, papa y mamá, u otras personas que intervengan, y revisar cómo lo están haciendo y qué resultados están obteniendo. Lo pueden hacer repasando los siguientes:
¿Estamos siendo coherentes, estamos actuando todos de la misma manera?: avisos, conducta bien explicitada y en positivo, felicitaciones por cumplir, consecuencias por no cumplir, etc.
¿Estamos siendo sistemáticos?: aplicando nuestra forma de intervenir siempre, en cada ocasión, no un día sí otro no, o dos días sí y uno no, etc.
¿Está realizando nuestra hija/o lo que le pedimos cada vez con más frecuencia y con más facilidad?: al comienzo no quería pero al enfrentarse a las consecuencias poco a poco está comenzando a hacerlo; o bien, no hay manera de que haga lo que le pedimos.
Según las respuestas a estas tres preguntas, repensamos lo que estamos haciendo en caso de que los resultados no sean los esperados. Analizamos lo que estamos haciendo, si estamos siendo consistentes, coherentes, si las consecuencias se aplican a o no, o si viendo cómo se comporta se nos ocurre una manera mejor de hacerlo. En relación con esta última cuestión, también nos podemos plantear hablar con nuestra hija/o para entender por qué se le hace tan difícil este comportamiento y escuchando sus impresiones quizás darnos cuenta de que podemos hacer algo de otra forma…Por ejemplo, nos puede decir que necesita más tiempo para jugar, y valorar que pueda comenzar a jugar antes y proponérselo, o darle más avisos, con más tiempo, y así en lugar de 5 minutos antes, darle tres avisos a los 15 minutos, a los 10 minutos y a los 5 minutos…etc.
Y, finalmente, no olviden nunca que la mejor forma de enseñar es con el ejemplo…no pretendan que sus hijas/os se comporten como ustedes no lo hacen. Sean los primeros en dar ejemplo, sean congruentes con lo que les piden a sus hijas/os, compórtense de la misma manera que les demandan a ellas/os.
Loreto Santé Abal.
Psicóloga. Analista de Conducta
Ilustraciones: Concepción de Sagarra Moya
Psicóloga. Ilustradora.